Por un lado, Donya Dominga se dedica a la confección de prendas y bolsos, sea diseñados por Renée y Silvia, sea a pedido de clientes, como una chica que se les acercó en la Feria Ideas+ solicitándoles consejo para usar en su vestido las hojas del árbol de su casa de toda la vida. “Son pedidos especiales que nos encantan y nos llevan a personalizar un poquito más”, destacó Renée.
Silvia estudió en la Facultad de Bellas Artes y Renée, en la de Arquitectura, o sea que tienen formación en diseño aunque no textil. “Vamos diseñando, tirando líneas, cosiendo, probando, haciendo moldes. De ahí sacamos una colección”, señala Renée a El País.
La segunda línea de trabajo de Donya Dominga es el dictado de talleres, que pueden ser en su propio espacio del barrio Atahualpa, que no es otro que la casa de Silvia adaptada con el consentimiento familiar (tienen dos hijos cada una), o yendo ellas a dar clases en otros lugares, varios en el interior del país.
Los talleres pueden ir desde tres horas (básico) hasta siete de corrido. También los comparten con otros emprendedores, como es el caso del taller que dictan en Minas con una artesana que trabaja el fieltro.
“Nos encanta que nos inviten del interior del país a dar talleres. Cargamos la olla, el quemador, hojas y todo lo que precisamos adentro de un auto y vamos”, contó. Con ellas han tomado clases artesanos como Jacarandá Encuadernación Artesanal, Jimena Damiano o Una Costumbre Oriental (UCO).
“Estamos muy enfocadas en transmitir la técnica a todo el que quiera y es divino”, relató con entusiasmo Renée sobre esos talleres que logran convocar desde niñas de 12 años, interesadas en la aplicación de la técnica en papel; pasando por mujeres de entre 20 y 35 años que buscan aprender una técnica para aplicar en su emprendimiento (futuro o en rodaje), hasta las mujeres que se están por jubilar y quieren hacer algo con su tiempo libre o artistas con ganas de incursionar en algo nuevo. “Nos pasó con la artista plástica Rosa Barragán, que se maravilló con el ecoprint y siempre que puede está en el taller”, comentó la artesana. Acotó que en tres años de talleres solamente tuvieron tres alumnos hombres.
“Nuestro objetivo es llegar a la mayor cantidad de personas con el ecoprint para que logren ver el contacto con la naturaleza. El sueño es tener una escuela, dar más cursos y tener espacios de experimentación donde las personas puedan participar”, destacó Renée sobre este emprendimiento con el que las hermanas Llopart están cumpliendo un anhelo tanto familiar como vocacional.